Existen muchos tipos de elementos de seguridad pasiva en el coche. Entre ellos, destacan los airbags, esas bolsas hinchables que reaccionan en milisegundos ante una colisión para proteger al conductor y los ocupantes del vehículo. Como sucede con todos los sistemas de seguridad pasiva, los airbags han evolucionado junto con la tecnología del automóvil desde su forma inicial para dar lugar a una gran variedad y tipos de dispositivos.
Pero, ¿qué tipos de airbag existen? Dentro de los airbags, tenemos el frontal, típico; el airbag lateral; el airbag de cortina; airbag trasero, airbag de rodilla; airbag en el cinturón de seguridad… Cada uno de ellos se encarga de proteger una zona del cuerpo humano dependiendo del ángulo en el que colisionamos contra el obstáculo que se haya convertido en inevitable.
¿Para qué sirve un airbag de cortina?
El funcionamiento básico del airbag de cortina es el de desplegarse desde el arco del techo hacia abajo, cubriendo las ventanas y protegiendo, de esta manera, la cabeza y el cuello de los pasajeros cuando se produce un impacto lateral. El airbag de cortina funciona en combinación con el airbag lateral.
El airbag lateral se coloca en los laterales del asiento o en los paneles de las puertas, de forma que así se evita que los ocupantes se golpeen contra ellas. Así, se protege el tórax y la cadera de las personas que se encuentran en el interior del vehículo.
En cuanto al tamaño, por lo general, el airbag lateral tiene una capacidad de entre 15 y 30 litros. Se suele equipar de serie en las plazas delanteras y de manera opcional en las plazas traseras de modelos de gama alta.
Cada tipo de airbag trata de cubrir una zona determinada del cuerpo humano, tanto si es conductor como si es uno de los ocupantes de las diferentes plazas del vehículo. En estas plazas incluimos también la protección para los niños que van sentados en sus correspondientes sistemas de retención infantil.
Al cubrir cada una de esas zonas, en combinación con el cinturón de seguridad, se evita que el ocupante golpee con alguno de los elementos del interior del coche. En el caso de los airbag de cortina, evitamos golpear las ventanillas y, eventualmente, romperlas con nuestra cabeza. Además, en caso de que estas se rompan, el airbag de cortina nos protege de los cortes que nos podamos hacer con los cristales sueltos.
También evitan que golpeemos los pilares del coche, algo que puede suceder cuando el impacto sucede en cualquier dirección entre la perpendicular perfecta (es decir, un choque lateral perfecto) y la dirección de movimiento.
Como todos los airbag, se llenan de nitrógeno a presión en el momento en que los sensores dispuestos para ello cierran un circuito eléctrico. Eso sucede cuando el impacto registrado es igual o superior a 3-G.
Como ya comentamos en otras ocasiones, el airbag solo es efectivo cuando se combina con el uso adecuado del cinturón de seguridad o de cualquier otro elementos de retención homologado, como los SRI.
Todos los airbags se inflan por medio de un efecto pirotécnico, es decir, tras el impacto, se cierra un circuito eléctrico y se provoca una reacción química. El resultado es el nitrógeno que infla la bolsa de aire, por lo que no es necesario transportar el nitrógeno en sí.
El despliegue de la bolsa se completa en alrededor de 30 milisegundos, dependiendo de muchos factores entre los que destaca la distancia entre la persona y el objeto del que nos intentamos proteger. Por ejemplo, el airbag del copiloto es un poco más lento, mientras que los airbag laterales y de cortinas pueden ser aún más rápidos.
Tras este despliegue llega la parte decisiva para amortiguar correctamente el impacto: el deshinchamiento progresivo. Esto lleva unos 50 milisegundos, y sirve para minimizar el daño que el airbag hará al ocupante. Es decir, este dispositivo se hincha inmediatamente para, una vez que recibe al ocupante, deshincharse rápidamente para ser el amotriguador perfecto ante impactos.
