La máxima preocupación medioambiental actual es el aumento de las emisiones de CO2 a la atmósfera, provocando el llamado efecto invernadero y dando lugar a lo que se conoce como el calentamiento global. El control de las emisiones es fundamental para la conservación de la vida en el planeta tal y como la conocemos, unas emisiones que provienen fundamentalmente de la quema de combustibles fósiles a gran escala.
Este balance positivo de emisiones contaminantes, este exceso de CO2, se puede medir de diversas formas, pero la mejor solución para ello se llama Proyecto OCO-2, un observatorio de carbono orbital, capaz de ofrecernos un mapa detallado de las emisiones y su evolución un par de veces cada mes. Se trata de una ambiciosa misión de la NASA para saber a ciencia cierta cuánto CO2 se emite a la atmósfera, pero también cuánto se absorbe gracias al crecimiento de las plantas.
Aunque hoy podemos ser optimistas pensando que la humanidad ha reaccionado a grandes fenómenos potencialmente catastróficos, como el agujero de la capa de ozono, que por primera vez en 30 años podemos decir que se ha reducido sensiblemente, (y que en realidad tiene otras causas diferentes), lo cierto es que las amenazas siguen ahí, y en realidad son más peligrosas y están menos bajo control de lo que podríamos pensar.
El aumento de las emisiones de CO2 gracias al desarrollo de economías emergentes (algunas ya tan desarrolladas y pujantes como China), el aumento de la industrialización y el aumento de vehículos de combustión interna en general, hace que las previsiones sean poco optimistas.
El proyecto OCO-2 surge para contestar a una serie de preguntas de muy difícil respuesta, a menos que contemos con los medios adecuados para obtener datos y extraer conclusiones:
[…] por qué no todo el CO2 emitido permanece en la atmósfera (más de la mitad desaparece), donde están situados estos “sumideros” naturales que absorben el dióxido de carbono, qué partes de la Tierra ayudan a disolver el CO2 y si continuarán haciéndolo en el futuro. (Vía | One)
Gracias a esta tecnología, capaz de medir el número de moléculas de CO2 en una región, somos capaces de encontrar respuestas para preguntas como hacia dónde va el CO2 que no permanece en la atmósfera, dónde se neutraliza de manera natural, y otras muchas. La importancia de esta información sirve para entender no solo la clave del problema, sino cuál puede ser una buena solución a largo plazo.
Para que nos hagamos una idea de la utilidad de estas mediciones del Proyecto OCO-2, en el siguiente vídeo se puede comprobar cómo han evolucionado las emisiones de CO2 en prácticamente dos años, desde Septiembre de 2014 hasta Febrero de 2016. Se puede comprobar fácilmente dónde se emiten más moléculas de CO2, cuándo, y al revés, las zonas más “limpias” y verdes del planeta.